Habitaciones detenidas en el tiempo

A veces me pregunto cuántas habitaciones han quedado incompletas esperando la llegada de bebés que se han convertido en estrellitas fugaces.

Mi bebé y yo habíamos superado las 12 semanas, el primer trimestre, cuando teóricamente disminuyen los riesgos. Teóricamente, pues en mi caso no fue así.

Una vez traspasada esta frontera imaginaria, me sentía más segura y empecé a planear como iba a ser su dormitorio.

La habitación que destiné para él estaba repleta de cajas y trastos viejos. Primero la vacié trasladando las cosas a un cuarto que tengo en el garaje. Luego me fijé que las paredes estaban desgastadas por el paso del tiempo y pensé que ese iba a ser un buen momento para pintarlas. Además recordé unos vinilos infantiles que había visto en una tienda y, decidí que iba a pegar uno en unas de las paredes.

Contacté con un pintor. Vino, midió las paredes, le expliqué la idea que tenía en mente y unos pocos días después recibí el presupuesto detallado por correo electrónico. El precio me pareció razonable así que pactamos la fecha en que podría empezar: 26 de julio.

La noche del 24 de julio me puse de parto de manera prematura y mi bebé murió.

Estando ingresada en el hospital me acordé del pintor. Si, en el peor momento de mi vida pensé en el. Es realmente curioso cómo reacciona la mente en momentos inusuales, yo recordé a un pintor.

Le llamé para indicarle que no íbamos a estar en casa, mi bebé había nacido sin vida.

Han pasado 4 meses, la habitación sigue sin pintar, no he querido hacerlo.
Está todo igual, allí están guardados la cuna, el cochecito, la ropita etc…
En esa habitación se ha detenido el tiempo.